El
pedir perdón o una disculpa, no exime de la toma de responsabilidad de asumir
las consecuencias de los propios actos, más bien el empoderamiento que conlleva
la responsabilidad de ello, logra el mayor perdón, que es la reconciliación de
uno consigo mismo, de encontrar la paz con su propia alma.
Angélica G.
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