Por José L. Stevens
www.thepowerpath.com
Traducción: Fara González López
Difusión: El Manantial del Caduceo
http://www.manantialcaduceo.com.ar/libros.htm
Difusión: El Manantial del Caduceo
http://www.manantialcaduceo.com.ar/libros.htm
Para la persona
promedio, el chamanismo siempre ha sido algo estrafalario, hasta loco y
extraño, pero después de una posterior investigación estas nociones usualmente
terminan siendo validadas por la ciencia. Una de las nociones más interesantes
del chamán es que todo en el universo come y consume y que todo es depredador o
presa, hasta aspectos del cosmos que normalmente no creemos que sean capaces de
actuar así. Ahora bien, esta perspectiva puede sonar algo alarmista o hasta
desagradable pero verán que realmente es una metáfora útil para entender cómo
evitar ser consumidos. Recuerden no obstante, que los chamanes son muy serios
respecto a su punto de vista de que este universo es como una jungla donde todo
se está comiendo a todo lo demás.
Es obvio que nosotros
los humanos comemos alimentos para sobrevivir y cuando miramos a la naturaleza
a nuestro alrededor, los animales y las plantas lo hacen también. Casi todos
los organismos biológicos consumen luz solar, oxígeno y nutrientes del entorno
para crecer con más salud, más fuertes y más grandes. Las bacterias comen, los
virus comen, los parásitos comen y así sucesivamente. A lo que no estamos
acostumbrados es a considerar que los huecos negros se están comiendo los
soles, los planetas, las lunas, las nubes de polvo, la luz, galaxias entera y
prácticamente todo lo que esté a su alcance gravitatorio. Hasta las galaxias se
consumen al colisionar entre sí. Así que, para los chamanes las cosas
materiales no tienen que ser organismos biológicos para consumir y ser
consumidos.
Sin embargo esto es
solamente el entendimiento superficial del universo de ‘consumir o ser
consumido’. La perspectiva chamánica dice que el comer ocurre a todos los
niveles. Si miramos más de cerca vemos que los países mayores consumen a los
menores, como es evidente en el caso de Rusia con su reciente anexión de
Crimen, y es así con cualquier nación que ha colonizado a otras. Las nuevas
civilizaciones consumen a las más viejas, las culturas mayores consumen a las
menores, los nuevos sistemas de creencias consumen a los más viejos y se fortalecen
mientras que los consumidos se debilitan y desaparecen. A veces viven en forma
fragmentada dentro del nuevo sistema, justo como partes de los vegetales,
granos y carnes que viven de manera transformada en nuestros cuerpos carnosos
después que los consumimos.
Esto aplica por igual a
los idiomas y tecnologías. El inglés tiene muchos fragmentos de diversos
idiomas que ha subsumido. Una nueva tecnología consume a la vieja y la vieja
queda eliminada. Usualmente la nueva tecnología tiene aspectos de la vieja pero
es más eficiente, efectiva o cumple con las necesidades que no hacía la
antigua. Así que si miramos bien de cerca veremos los remanentes de la forma del
coche de caballos en el nuevo auto, las piezas de tecnología de los viejos
aviones de hélice en los nuevos jets, los fragmentos de tecnología de las
antiguas computadoras en los dispositivos móviles y así sucesivamente. El mundo
se está comiendo a sí mismo, venciendo lo viejo y haciendo crecer lo nuevo.
En el mundo corporativo
vemos una forma bastante obvia de comer y digerir a medida que las grandes
corporaciones integran y consolidan numerosos competidores. Las industrias
aéreas, bancarias, médicas y de seguros son bien conocidas por consumir a su
competencia, para convertirse en grandes gigantes que dominan el panorama a
través de la intimidación y la manipulación como los dinosaurios de antaño.
El mundo material es
básicamente una gran boca y estómago que comen avanzando hacia mayor poder e
influencia. Una buena ilustración de esto es la jungla ecuatorial donde todo
consume a todo lo demás. Enormes árboles son destruidos por enredaderas
parásitas que entonces crecen al tamaño de enormes árboles que a su vez son
destruidos por otros depredadores que viven de sus cuerpos descompuestos. El
mundo del consumo va más allá de estas formas más obvias de consumo para
evolucionar. Sin embargo antes de continuar aclaremos que esta actividad
interminable de comer y ser comido no trae como consecuencia necesariamente un
mundo o un universo mejor. ¿Cuántas veces han visto extinguirse a animales,
plantas, tecnologías, países, creencias, culturas, idiomas, corporaciones y
similares? No todo el consumo resulta en evolución al igual que no todo el
alimento que se ingiere resulta en un cuerpo saludable. A veces todo ese
consumo resulta en la muerte o enfermedad del depredador. Este es especialmente
el caso cuando lo que se come no se digiere apropiadamente.
A un nivel más sutil
tenemos aspectos energéticos y psicológicos de nosotros mismos a los que les
gusta consumir y a veces esto no puede tener un buen resultado. Los chamanes
clasifican estos aspectos de nosotros como parásitos, consumidores que
destruyen el organismo como un todo. Estamos familiarizados con lo que sucede
cuando tenemos parásitos en el intestino, hígado y torrente sanguíneo. No es bueno. De la misma forma, los parásitos en la personalidad son igualmente
debilitantes. A lo que los chamanes denominan parásitos en la personalidad, los
budistas llaman el ego. Yo le llamo al parásito la falsa personalidad porque no
es nuestro yo esencial sino un mero pretendiente al trono.
Naturalmente la falsa
personalidad crece más y más fuerte cada vez que tiene éxito en la activación
de emociones intensas porque eso es lo que ella necesita comer para sobrevivir
a expensas de la personalidad sana. Tiene un millón de técnicas, maniobras y
métodos para lograr su objetivo. La falsa personalidad es como un virus porque
ella ha sobrevivido cientos de miles de años en una forma efectiva. Mutando con
cada generación aparece en nuevas e infinitas formas, no obstante es de hecho
el mismo viejo parásito que era al comienzo. Toda esta creación de emociones
desagradables estresa al cuerpo físico, lo oxida y eventualmente lo destruye
mediante enfermedades y accidentes.
Cada vida en la que ustedes
son consumidos por su parásito termina de la misma manera. Los chamanes toltecas
llaman a esto alimentar al águila. El águila se come todas sus experiencias no
digeridas cuando ustedes mueren. El águila se come todo el conjunto de
pensamientos, sentimientos, sensaciones y reacciones incompletas que ustedes se
negaron a experimentar plenamente a lo largo de su vida. En otras palabras el
águila come aquello con lo que se alimentó su parásito. Esto es como el pez
grande que se come al pequeño que a su vez se come al todavía menor. El águila
mantiene todas estas emociones no digeridas para la próxima encarnación y la
próxima y la próxima consumiendo en cada vez otro grupo de reacciones no
digeridas.
Todas estas reacciones
consumidas se mantienen en un registro hasta su próxima vida donde ustedes se
mantienen alimentando al águila, alimentando al águila, alimentando al águila,
hasta que finalmente logran el rompimiento. El rompimiento significa que
ustedes se viran contra el parásito, la falsa personalidad y la dejan morir de
hambre en lugar de alimentarla. Esto no sucede generalmente de una vez como si
cayera un rayo. Es muy gradual. Primero aprenden a identificar la actividad
parásita, entonces aprenden a no identificarse con ella, entonces ya no
reaccionan ante ella y finalmente la dejan morir de hambre.
Pueden tener éxito a
veces, y a veces el parásito gana porque tiene impulso, sin embargo poco a poco
ustedes se vuelven contra él. Finalmente tienen éxito y cada vez que este trata
de generar emociones que pueda comer, ustedes lo matan de hambre al negarse a
identificarse o a reaccionar con ello. Eventualmente la falsa personalidad es
incapaz de generar la intensidad de emociones de baja frecuencia en ustedes. En
su lugar ustedes activan la neutralidad y dentro del contexto de la neutralidad
cultivan otras emociones de frecuencia superior. Generan gratitud, amor,
perdón, compasión, asombro, alegría y serenidad. Estas emociones son imposibles
de comer para la falsa personalidad porque son de una frecuencia demasiado
elevada para el proceso digestivo de ésta. La falsa personalidad está diseñada
para comer solamente alimentos de baja frecuencia y este es su defecto fatal.
Como un auto que está hecho para funcionar solamente con combustible diesel, no
podrá hacerlo con gasolina de alto octanaje. Una vez que entiendan esto
evitarán cuidadosamente la resistencia y evitarán las emociones de baja
frecuencia que alimentan al parásito. Noten que ustedes tampoco las gratifican.
Al contrario simplemente las aceptan y entonces reorientan su enfoque hacia las
de frecuencia más elevada.
Pueden llegar a ser muy
buenos generando una frecuencia elevada para que la falsa personalidad se
desespere y recurra a estratagemas para hacerlos sucumbir. Conociendo cada una
de sus debilidades ésta tratará al máximo de sacarlos de sus casillas
estimulando la negatividad a través de la distracción. Quizás todo les va bien
sintiéndose bien cuando de pronto conocen que su empleo está amenazado por un
recorte de personal dirigido a disminuir en un 75% por ciento los trabajadores
en su posición. Tienen una elección. Pueden desesperarse y recurrir al
martirologio, al resentimiento y al desamparo. Si lo hacen, han alimentado los
parásitos y de nuevo estos surgirán con vitalidad renovada. Sin embargo pueden
sentir el entusiasmo del potencial de una nueva oportunidad estimulada por este
cambio en ciernes. Instantáneamente ustedes abrazan el nuevo potencial que les
ofrece este cambio y el parásito no puede encontrar un anclaje de nuevo.
Severamente debilitado este se escabulle para encontrar a alguien con menos
resolución.
Este escenario les
revela otro aspecto respecto al fenómeno de comer y ser comido. La esencia
solamente come alimentos de alta frecuencia así que cuando matan de hambre a la
falsa personalidad, están avanzando hacia alimentar a su esencia haciéndola más
fuerte y llena de vitalidad. Mientras más la alimenten mejor se sentirán. La
esencia se alimenta de luz, inspiración, creatividad, amor incondicional,
servicio, gratitud, bendiciones y más. En otras palabras comemos atención
amorosa, placer, compañía, éxito y todo lo que podamos nombrar que tenga alto
octanaje. La esencia solamente se alimenta de buenas cosas y las buenas cosas
se sienten mucho mejor que las cosas de baja frecuencia.
Esto nos lleva a un
aspecto crítico y muy importante del entendimiento de este asunto chamánico de
comer nuestro mundo. La digestión. Hay una gran diferencia entre comer y digerir.
Dedicamos gran parte de nuestra vida a comer sin digerir. Esto resulta
típicamente en indigestión y sabemos cómo se siente eso. Así que ¿qué significa
digerir el alimento que constituye nuestras experiencias, nuestras emociones,
nuestras reacciones y similar? Bajo circunstancias ordinarias estamos
distraídos por una gran cantidad de diversiones utilizadas por la falsa
personalidad incluyendo la negación, la proyección, la represión y más. Estas
maniobras evitan la digestión. Si yo siento intensa pena debido a que mi perro
murió pero no quiero sentirme triste puedo buscar pleito con alguien y
enojarme, y esto me permite sentirme poderoso en lugar de indefenso. No digiero
mi tristeza. Si me siento insultado por mi jefe y siento enojo pero no me
siento seguro expresándolo, puedo volverme sumiso en su presencia y sentir pena
por mi mismo en su lugar. El enojo no está digerido. Si soy un mártir y alguien
es bondadoso conmigo y eso me hace sentir un momento de gratificación, me
adelanto y lo quito de en medio para continuar sintiéndome como una víctima. Dejo
el buen sentimiento sin digerir.
Todas estas experiencias
y reacciones que no se digieren no desaparecen sino que se almacenan en el
subconsciente y crean indigestión. En otras palabras las emociones y
experiencias no digeridas nos desangran y envenenan nuestras vidas en una
miríada de formas. A veces se traducen y se almacenan como un exceso de grasa
en el cuerpo. A veces se muestran como alergias o síntomas de enfermedad. ¿Entienden?
Estas emociones no resueltas continuarán almacenándose hasta que se resuelvan
de una manera u otra. ¿Qué las
resuelve? Hablando chamánicamente hay varias formas de resolverlas. Una es retroceder y experimentarlas plenamente una tras otra, un
proceso llamado recapitulación. Otro es perdonar las circunstancias que las
crearon, un proceso largamente enseñado por Jesús y por sus seguidores y por el
Buda y sus seguidores. Cuando todo se perdona no hay más culpa (una emoción
incompleta y no digerida). Una de las enseñanzas principales de Jesús fue
‘una mente sin culpa no experimenta sufrimiento’. Esta era la
verdadera enseñanza tras la crucifixión. Por tanto el sufrimiento solamente
puede surgir ante emociones no digeridas y las experiencias que las generaron.
Si vamos a comer es mejor
que podamos digerir plenamente lo que hemos comido. Hacerlo significa cortar el
flujo sistemático de pensamientos y sentimientos que salen a volar dejando gran
parte de nuestra experiencia indigesta. Necesitamos parar y experimentar
nuestra experiencia. Conocerla de adentro afuera. Observarla y aceptarla. Cuando aceptamos nuestra experiencia, ésta se transforma. Cuando
comemos pero no digerimos nuestra experiencia ésta no se transforma y se
convierte en asuntos no resueltos que se acumulan como bagaje.
Veamos más de cerca este
proceso de digerir adecuadamente y regresemos a nuestro ejemplo de la persona
que recibe la noticia de que puede perder su empleo en una operación de
racionalización de personal. Al recibir esta noticia la persona puede comenzar
un proceso de preocupación intensa y comenzar una serie de historias tales como
“si pierdo mi empleo no seré capaz de alimentar a mi familia, pagar mi
hipoteca, o enviar a mis hijos a buenas escuelas. Tendremos que vivir de la
beneficencia; perderé mi casa y quedaremos en la calle; mis hijos no tendrán
una buena educación y sus vidas quedarán arruinadas y todo esto será mi culpa;
probablemente perderé mi matrimonio y bla, bla, bla”. Noten que todos
estos pensamientos conllevan a más historias, más resultados catastróficos que
mantienen a la mente ocupada pero sin digerir nada. Para digerir una
experiencia la persona necesita estar en el momento presente sintiendo el
sentimiento que surja. Entiendan aquí que sentir el sentimiento no equivale a darle
vueltas a un manojo de preocupaciones.
Aquí tienen el método
más efectivo para digerir la experiencia. Digamos que tienen la noticia en el
trabajo que la racionalización se lleva a efecto. En lugar de atemorizarse ustedes
comprenden que tienen una reacción de miedo. Se enfocan en esta reacción de
miedo en su cuerpo y notan que su boca se reseca, su respiración se acorta y
tienen un nudo en el estómago. Estas no son historias. Estas son sensaciones
reales que el cuerpo tiene y ustedes las reconocen y las aceptan por lo que
son. Al aceptarlas y no resistirlas, sin tratar de escapar de ellas, dejándolas
justo donde están, ellas tendrán una tendencia a la disipación. Quizás se
disuelva la sensación de ansiedad solamente para ser reemplazada por el enojo
hacia la compañía por tomar esa decisión. Ahora se enfocan en la sensación de
enojo, una tensión en la mandíbula, las manos con puños cerrados, una tensión
en el estómago. Ustedes experimentan estas sensaciones sin ignorarlas diciendo
“Oh, solamente me siento enojado”. Por el contrario dicen,
“Tengo estas sensaciones en mi cuerpo que se sienten como enojo”.
De esta forma están digiriendo su experiencia, no etiquetando, juzgando,
rechazando, creando un drama o lo que sea. Simplemente experimentan su
experiencia dejando que sus sentimientos fluyan hasta que se terminen, como la
extinción de una tormenta, hasta que ellos se agoten.
Ahora ustedes están en
una posición para pensar entendiendo creativamente que conjuntamente con los
sentimientos de ansiedad y enojo, pueden tener realmente un poco de entusiasmo
o de alivio al enfrentar una oportunidad que se les presenta. Quizás sientan
como la quietud los inunda y entienden que saben profundamente que no se
derrumbarán. Hay muchas posibilidades pero no hay drama, solamente grupos de
sensaciones que el cuerpo produce cuando reacciona ante algo que amenaza sus
patrones de seguridad. Esto es lo que significa digerir su experiencia. Las
historias interminables no lo son.
Así
que revisemos un poco aquí. Estamos viviendo en un universo con depredadores
infinitos y presas infinitas. Nosotros y todos los demás somos ambos a la vez.
Siempre hay un depredador y siempre alguna presa. El quid de la supervivencia
es evitar ser comido y ser el que come una dieta estable de alimento de alta
calidad. Este alimento es nuestra experiencia. Cada uno de nosotros avanza cada
vez más en este juego hasta que eventualmente ya no somos comidos y somos el
que come a la vez. Generamos una corriente estable de neutralidad caracterizada
por la aceptación constante y el perdón en lugar de generar el drama negativo.
Eventualmente aprendemos a existir con una poderosa dieta nutritiva de alegría,
inspiración y amor y nuestros cuerpos ya no sucumben a la enfermedad, la
oxidación y la degeneración. El águila ya no necesita comer y almacenar
nuestras experiencias vida tras vida. Entonces experimentamos nuestras
experiencias cuando ocurren, sin acumulación.
En la vida necesitamos
ser más depredadores que presas. Ser un depredador en este sentido no significa
atacar y tragarse a los demás en nuestro ascenso al escalón superior de la
escalera. Por el contrario ser un depredador significa convertir cada una de
nuestras experiencias (alimentos) en una experiencia alimenticia agradable.
Independientemente de lo que se nos presente en el curso de la vida respondemos
experimentándolo en una forma de alta frecuencia. Si arrollo una ardilla con mi
auto puedo sentirme muy mal o puedo darle las gracias a la ardilla por
sacrificarse bajo mis ruedas eliminando alguna negatividad o desafío y buscando
mi bien mayor. De esta forma un evento triste se convierte en algo esperanzador
y en una bendición. Si pierdo un empleo puedo entusiasmarme ante las
oportunidades que esto me abre para hacer algo diferente. No trato de luchar
con las soluciones sino que les entrego el desafío a mis aliados, al Espíritu,
para la solución final. Siempre trabajo desde una perspectiva de confianza, de
fe y sin ser pasivo e inmóvil. Espero y tengo la expectativa de que la solución
al problema se presentará inminentemente. Pase lo que pase, no doy cabida al
resentimiento y a la culpa de que mi espíritu guía me haya fallado. Al
contrario veo que yo les fallé porque perdí la fe en ellos durante un tiempo,
no obstante no me culpo a mí mismo ni me acuso ante esta ilusión. Solamente lo
perdono y me siento neutral ante ello.
Eventualmente con esta
poderosa estrategia ya no necesitaré ser un depredador ni tampoco la presa. Ese
aspecto del universo ya no se corresponde porque estoy jugando el juego a una
frecuencia que lo trasciende. Espero que esta explicación haga todo este asunto
chamánico de la presa y el depredador más entendible y transformador. Quizás no
sea tan extravagante después de todo.
José
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