Angelo Pitoni y las Piedras Azules |
En
1.990 un geólogo italiano llamado Angelo Pitoni fue enviado al norte de
Sierra Leona, casi en la frontera con Guinea Conakry, para verificar si
cierta región del país conocida como Kono era, en efecto, un yacimiento
rico en diamantes que pudiera ser explotado por la compañía que le
había contratado y que pretendía obtener la concesión de su explotación a
cambio de edificar una serie de viviendas para el gobierno.
Angelo
Pitoni tuvo entonces un hallazgo intrigante: en una zona entre Sierra
Leona y Conakry, y tras remover unos pocos centímetros de tierra, un
jefe fulah de la zona le me mostró una beta de piedra muy extraña. Era de un color azul extraordinario, veteado con líneas blancas.
Éste jefe de tribu, le refirió una extraña leyenda: que, según ellos, explicaba por qué aquella zona era tan rica en diamantes. El jefe fulah —profundamente embebido en las enseñanzas del Corán— le refirió cómo en la noche de los tiempos, Dios descubrió que entre sus ángeles se estaba fraguando una revuelta. Tras perseguir implacablemente a los instigadores de la sublevación los expulsó a la Tierra, donde se convirtieron en estatuas. Pero los «malditos» no cayeron solos: junto a ellos se precipitó también una gran porción de cielo y estrellas. De hecho, la caída de estas últimas explicaba a ojos de los nativos la aparición de los diamantes, pues éstos no podían ser sino las luminarias nocturnas precipitada tras la rebelión
Aquel cacique insistía en afirmar que eran los restos de nubes que habían quedado atrapadas en la tierra, y que aquella vetas azules ¡eran fragmentos de cielo petrificados! Pitón examinó el de cerca el mineral, y creyó que se trataba de alguna clase de turquesa muy pura,... pero nunca se consiguen así; siempre van acompañadas por impurezas de pirita, de color negro. Más tarde, asoció el mineral a las turquesas perfectas que había visto en algunos pectorales egipcios muy antiguos.
Cuando el geólogo regresó a Europa con esas «turquesas», las llevó al Instituto de Ciencias Naturales de Ginebra y a la Universidad La Sapienza de Roma para analizarlas. La sorpresa fue mayúscula cuando me dijeron que esas piedras no eran turquesas, y que oficialmente no estaban catalogadas: la piedra azul que había descubierto no sólo no se correspondía a ningún mineral conocido, sino que un material idéntico había sido asimismo localizado recientemente en Marruecos por una geóloga británica llamada Anne Grayson. Pero ni ella ni Pitoni habían resuelto todavía su misterio. Limitándose a bautizarla con el sugerente nombre de "Sky Stone" o "piedra del cielo".
Éste jefe de tribu, le refirió una extraña leyenda: que, según ellos, explicaba por qué aquella zona era tan rica en diamantes. El jefe fulah —profundamente embebido en las enseñanzas del Corán— le refirió cómo en la noche de los tiempos, Dios descubrió que entre sus ángeles se estaba fraguando una revuelta. Tras perseguir implacablemente a los instigadores de la sublevación los expulsó a la Tierra, donde se convirtieron en estatuas. Pero los «malditos» no cayeron solos: junto a ellos se precipitó también una gran porción de cielo y estrellas. De hecho, la caída de estas últimas explicaba a ojos de los nativos la aparición de los diamantes, pues éstos no podían ser sino las luminarias nocturnas precipitada tras la rebelión
Aquel cacique insistía en afirmar que eran los restos de nubes que habían quedado atrapadas en la tierra, y que aquella vetas azules ¡eran fragmentos de cielo petrificados! Pitón examinó el de cerca el mineral, y creyó que se trataba de alguna clase de turquesa muy pura,... pero nunca se consiguen así; siempre van acompañadas por impurezas de pirita, de color negro. Más tarde, asoció el mineral a las turquesas perfectas que había visto en algunos pectorales egipcios muy antiguos.
Cuando el geólogo regresó a Europa con esas «turquesas», las llevó al Instituto de Ciencias Naturales de Ginebra y a la Universidad La Sapienza de Roma para analizarlas. La sorpresa fue mayúscula cuando me dijeron que esas piedras no eran turquesas, y que oficialmente no estaban catalogadas: la piedra azul que había descubierto no sólo no se correspondía a ningún mineral conocido, sino que un material idéntico había sido asimismo localizado recientemente en Marruecos por una geóloga británica llamada Anne Grayson. Pero ni ella ni Pitoni habían resuelto todavía su misterio. Limitándose a bautizarla con el sugerente nombre de "Sky Stone" o "piedra del cielo".
Lo
más intrigante del asunto es que el color que tiene el mineral no se
justifica por la composición de la piedra; no sabemos de dónde viene su
tonalidad, pese a que las universidades llevan tres años investigando y
no han conseguido saber de dónde viene el color. En la Universidad de
Utrecht la sometieron a diversas pruebas con ácidos y ninguno consiguió
atacarla. La calentaron hasta 3.000 grados centígrados y tampoco se
alteró, … Pero lo que más les llamó la atención es que, cuando se
pulverizó un fragmento de piedra y se observó bajo el microscopio,
vieron que allí no había color. La única explicación es que esta piedra
no ha sido producida por la naturaleza.
"Creo
que se trata de una fabricación de alguna civilización avanzada de la
que hemos perdido todo recuerdo, que pudo producirla como si fuera una
especie de estuco. Después, los egipcios la usurparon para decorar sus
joyas y templos, hasta perderse sus cualidades para siempre. Lo que
creo, en suma, es que hicieron un composición mineral para hacer una
masa que ahora es de piedra"-, declaró Pitoni.
Uno de los análisis practicado a la "Sky Stone"
descubierta por Pitón arroja unos resultados desconcertantes: un
fragmento de esta piedra había sido sometido a un riguroso examen para
determinar los elementos de que estaba compuesta y en qué proporción se
encontraban: el 77,17 por 100 de su composición, según este análisis,
era… ¡oxígeno! El resto de porcentajes se dividían entre carbono (11,58
por 100), silicio (6,39 por 100), calcio (3,31 por 100) y otros
elementos cuya presencia era casi bien anecdótica,.. ¿pero era posible
que existiera una piedra de oxígeno?
Posteriormente,
el investigador español Javier Sierra obtuvo unos fragmentos de esa
piedra, y tras diversas conversaciones, logró interesar a algunos
geólogos y minerólogos para que evaluaran en Madrid su composición y, en
medida de lo posible, descifraran su naturaleza.
La tarea se extendió más de lo que se esperaba; Alfonso Martínez, un
químico del CIEMAT de Madrid se hizo cargo de un fragmento de la "piedra
azul" de Pitoni, y la paseó por diversos laboratorios: se le sometió a
cinco clases diferentes de tests —análisis por difracción de rayos X,
por espectrometría de plasma, por cromatografía de gases, por
espectrometría de masas y finalmente por espectrometría infrarroja—,
obteniéndose resultados que desconcertaron a los propios técnicos.
Durante
las pruebas preliminares con rayos X se determinó que la piedra azul
estaba compuesta fundamentalmente por hidróxido de calcio —Ca(OH)²—,
carbonato cálcico —CaCO³— y silicato cálcico —Ca²SiO4—, pero sin embargo
ninguno de estos compuestos explicaba su poderosa coloración azul.
Los
científicos sospecharon que quizá el cobre u otro material de transición
podría ser el responsable de ese tono, pero fueron incapaces de
detectarlo en cantidades suficientes para confirmar su teoría.
El
rompecabezas se complicó aún más después de las siguientes pruebas: los
análisis por espectrometría de plasma redujeron el nivel de oxígeno a
un 50 por 100 o 55 por 100 como mucho, lo que, al parecer, es normal en
cualquier roca. Pero la sorpresa llegó con la cromatografía de gases,
con la que se trató de localizar algún compuesto orgánico en la roca —un
tinte— que justificara su color. Tras triturarse parte de la piedra
azul y mezclarse en soluciones de acetona, hexano y metileno, y
potenciarse estas extracciones con ultrasonidos, se logró detectar un
compuesto orgánico no identificado. Había, pues, un elemento no mineral
que podría dar a entender que la piedra azul había sido, tal y como
sospechaba Pitoni, sintetizada por alguien en un remoto pasado.
La espectrometría de masas redondearía la faena, descubriendo el nombre
del compuesto, y arrojando su fórmula molecular (C17H24O³). Pero, ¿de
qué se trataba?
Quedaba así descartado que se tratara de un compuesto comercial,
descartándose un fraude, pero a la vez abriendo otros interrogantes;
¿era ese compuesto el responsable del color azul de la piedra?, ¿quién
lo sintetizó y cuándo?, y ¿quién tenía conocimientos químicos
suficientes en África para fabricar un color así?,...
Tratando
de encontrar quién pudo realizar tal proeza en tiempos remotos, en
1.977, Pitoni hizo otro descubrimiento sorprendente en esa misma
región: las tribus de la región se refieren a antepasados que dejaron
como uno de sus pocos testimonios de su grandeza, la escultura más
grande del mundo: es una «reina de piedra» de ciento cincuenta metros de
altura. Tallada en granito; una piedra muy difícil de trabajar. Eso
descartaba que la estatua fuera producto de la erosión eólica,…
Curiosamente, dicha escultura en piedra llama poderosamente la atención,
sobre todo si la comparamos con otras similares, existentes en
Marcahuasi,...
http://cronicasmundosocultos.blogspot.com.es/2009/01/el-misterio-de-las-piedras-azules.html
http://www.expandiendo-consciencia.blogspot.com.es/
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Hola Angélica, interesante entrada.
ResponderEliminarBesitos Y Feliz Inicio De Semana ♥
Hola Arcoiris muchas gracias :)
EliminarBuena semana también para tí
Interesante información, al parecer parece que la mano del hombre tiene que ver algo, aunque no se puede demostrar por ahora. Un Fuerte ABRAZO
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