La Fibromialgia, en muchos casos puede venir ocasionada
por el sufrimiento extremo, por no decir basta ante situaciones que otros nos
imponen, por aprender a sentirse víctima y obedecer siempre porque es lo que se
debe hacer, por la culpa, por no ser uno mism@, por la insatisfacción ante la vida, por el autocastigo,... todo ello tiene su repercusión física en el
cuerpo que no es sino una alarma que dice ¡basta! .
Como terapeuta, debo decir
que en ocasiones esto ha sido así y lejos
de juzgarse, la persona que sufre de fibromialgia debe dar un paso al frente y
aceptar todo esto y estar decidida a tomar las riendas de su vida, a aceptarse,
perdonarse, amarse y estar segura de que se merece ser Feliz y comenzar de
nuevo. En muchas ocasiones como digo, hay problemas emocionales importantes no
resueltos de los que se debe tomar consciencia y liberar para poder superar
esta enfermedad que cada vez sufren más personas.
La Ciencia y medicina convencional, aún buscan las
causas de esta enfermedad, pero mientras que no haya una visión holística y
global de la persona, creo que será difícil alcanzar una solución para esta
enfermedad, pues la toma excesiva de calmantes no lleva a la causa de la
enfermedad ni a la solución del problema, con lo que la persona además puede tener
otras repercusiones físicas aparejadas a la toma de tanta medicación fuerte y
excesiva para intentar calmar el dolor que sufren y además
pueden caer en una depresión con lo que será caldo de cultivo aun mayor para su
problema.
Hay que tener una visión como decía holística de
la persona para acabar con esta enfermedad y considerar a las personas como un
todo, y atender a una visión física, emocional, mental e incluso espiritual de
la persona para conseguir que la persona realmente se sane así misma.
Creo que en el tratamiento de muchas enfermedades y entre ellas de la fibromialgia que es la que nos ocupa, no basta sólo con mitigar o quitar el dolor de la persona sea a través del método que sea, sino intentar ayudar a esa persona a que tome consciencia del origen de su propio dolor, de su propia enfermedad, que en muchas ocasiones no es sino un grito interior de dolor emocional que se manifiesta en el físico para que tome consciencia de que algo dentro de ella se resiste a ser soltado, (en la mayoría de los casos de forma inconsciente por supuesto, pues si hablas con esas personas te dirán que lo que quieren es obviamente no tener más dolor),a que a veces hay dolor reprimido y que ya debe ser soltado para liberarse de ello y dejarlo atrás y comenzar de nuevo, comenzar a reconocerse y ser ella misma y liberar todo ese dolor interior para al sanarlo, sanar su propio dolor externo, que es la enfermedad. Pero la enfermedad como digo, en muchos casos es realmente interna. En el fondo del dolor, en el origen, muchas veces lo que hay es miedo. Al tomar consciencia de ello, se ayuda la persona a responsabilizarse de su enfermedad, y no como un castigo ni mucho menos, ni desde el juicio, recordemos que muchas veces no somos conscientes del dolor que podemos crearnos, sino al revés, desde un gran amor y aceptación de sí misma, pues tod@s creamos dolor interno que manifestamos externamente de diferentes formas, pero si la ayudamos a aprender de ese dolor, a que tome más consciencia de su propio cuerpo, de sus pensamientos, de lo que se dice o cree de sí misma, de sus emociones, de quién es realmente o qué identidad se ha creado para poder sobrevivir, de conocerse mejor... todo ello no sólo le ayudará a sanarse de esta enfermedad, pues realmente en último término puede sanarse así misma en su origen, sino que habrá aprendido a tener una visión más amplia de la enfermedad y de otras posibles enfermedades o dolencias que pueda tener en un futuro. Esa persona puede despertar a una visión diferente de la realidad, con lo cual lo que hasta ahora era sólo dolor, puede acabar siendo una barca de salvación con un alcance aún mayor.
Creo que
esta visión además debería ser aplicable a muchas más enfermedades y dolencias.
Debemos ampliar nuestra Consciencia para encontrar el origen de muchas
enfermedades como un desequilibrio del orden natural de la persona en varios
aspectos y así yendo al origen y aprendiendo de esa enfermedad lo que debamos
aprender y de nosotr@s mismos, hayar la solución a muchas enfermedades y
dolencias que llevarán a la persona a su propia sanación y a un mayor
reconocimiento de quienes en verdad son y a una mayor evolución.
Todo lo que pueda ayudar y beneficiar durante ese
proceso a mitigar y quitar el dolor, sobre todo si proviene también de medicina y
terapias naturales que no ocasionen otros problemas añadidos para la salud, ayudará a que el proceso sea además más fluido. El dolor servirá finalmente para elevar y liberar a la persona.
Os dejo un artículo que me ha parecido interesante
sobre esta visión aplicada al fin de la fibromialgia.
Angélica G.
NO ESPERES A QUE TE CUREN, HAZLO TÚ
Cristina Sen Barcelona “Aprendí a dejar de agradar, a no ser obediente y perfecta, causas de mi fibromialgia”
Dos
años después de que le diagnosticaran fibromialgia, con un cargamento
de pastillas a cuestas cada día y con unos dolores que sólo empeoraban,
Maria Àngels Mestre decidió rebelarse. Postrada en la cama durante tres
días por una contractura en la pelvis, incapaz de moverse, esta
arquitecta barcelonesa que entonces tenía 54 años explica que tomó las
riendas de su vida y de su salud.
“Decidí
que iba a dirigir yo misma mi proceso de curación, que iba a
autogestionar mi enfermedad. No volví al hospital, fui abandonando las
pastillas, opté por la medicina holística”, explica. Y se curó. Maria
Àngels Mestre ha puesto su experiencia, el camino que ella recorrió, al
alcance de todos aquellos que padecen alguna enfermedad crónica. Método
Mestre es su cuarto libro, una síntesis de los anteriores que parten de
su proceso de superación de la fibromialgia, de sus recomendaciones
sobre alimentación para afrontar el cáncer y que ofrece gratuitamente.
No quiere sustituir al médico, sino dar unas pautas “para que el enfermo
deje de ser paciente y se convierta en el responsable activo de su
salud”.
Desde una perspectiva global,
integrando todo los aspectos del ser humano y su relación con el
entorno. Su anhelo de curarse, explica, es lo que le movió a abrir la
mente y cambiar la forma de pensar, sentir y actuar. Había perdido las
ganas de vivir, tenía la autoestima por el suelo. “El cuerpo -señala- obedece y enferma”.
Por ello indica que para curar el cuerpo hay que cuidar el alma y
entender la salud como una globalidad con cinco pilares: espiritual,
mental, emocional, bioenergético y físico. La alimentación se convierte
en la principal medicina. Maria Àngels aprendió a perdonar, perdonarse, y
a ser antipática. El orgullo perfeccionista, el hacer siempre lo que se
esperaba de ella para agradar, la ira contenida… todo fue lanzado por
la ventana. Considera que la fibromialgia es una enfermedad que afecta
sobre todo a las mujeres debido a una sociedad de patrones machistas
represiva para ellas, obligadas a esconder las emociones.
“Aprendí a dejar de ser sumisa y obediente, y a decir que no sin que me importase”,
explica. ¿Y la familia?. “Al principio estaban trastornados, pero
también han aprendido”. ¿Cómo pienso?¿Qué siento? ¿Cómo me relaciono con
el entorno y conmigo misma?¿Con el medio en el que vivo?¿En qué me
equivoco? La meditación le ayudo a digerir las emociones y a calmar la
mente, probó la acupuntura, el shiatsu y llegó a la alimentación
macrobiótica. Fue importante, subraya, “aprender a desaprender” y romper
prejuicios. Ella era arquitecta y no podía mover la mano, ni sentarse
en una silla. Había ido perdiendo la energía, lo que define como el
puente entre el espíritu y la materia, el motor de la acción. Años de
mucho trabajo, recuerda, en los que se había apartado de la naturaleza,
de sus fuentes de energía que “son medicinas”.
El
sol, el aire (respiración, ejercicio), el agua, el sueño y la
alimentación. Mestre es hija, sobrina y hermana de médicos, pero decidió
hacer su camino en un proceso en el que considera que la alimentación
es una cuestión fundamental. Optó por la macrobiótica suprimiendo los
alimentos acidificantes, oxidantes, inflamatorios y tóxicos. Entre otras
cosas dejó de consumir azúcar, carnes procesadas, conservas y
precocinados, lácteos y huevos. Llenó la despensa de cereales
integrales, legumbres, algas marinas, pescado pequeño y salvaje,
verduras de raíz. La sopa de miso fue uno de sus principales aliados y
cada mañana bebe agua de mar.
Siete
meses después se encontraba perfectamente y fue entonces cuando decidió
cambiar de profesión. Dejó la arquitectura y su puso a escribir su
experiencia y a dar charlas. Para vivir “sin tóxicos”, internos y externos. Para ayudar a quien quiera seguir su camino.
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