Si te pregunto cómo estás, ¿qué dirías? Es una
pregunta sencilla, ¿verdad? Y seguramente me responderías bien, o regular o
bueno no muy bien porque fíjate lo que me ha pasado, o mira hoy resulta que me
duele la espalda, o mira no muy bien porque fíjate lo que le ha pasado a mi
pareja o a mis hijos, hoy no salieron mis amigos y no pude ir de cañas o
estamos a finales de mes y no puedo ir de compras y me gustaría tener un jersey
nuevo…todos responden o respondemos así, ¿verdad?; es más muchos incluso
sintiéndose mal te dirán siempre que están bien aunque sea igualmente un engaño
porque en el fondo no son felices y sienten que algo les falta… y es que
basamos nuestra identidad en relación con nuestro cuerpo, con el envoltorio
físico en el que nuestro Ser se manifiesta y es tal la identidad que sufrimos
con él que no somos capaces de ver muchas veces más allá de las simples interferencias
del mundo que nos rodea en nuestro cuerpo.
Estamos totalmente identificados con
nuestro cuerpo y con nuestra mente y el lenguaje que empleamos para
relacionarnos y hablar de nosotros también está basada en esa identidad con
nuestro cuerpo y nuestra mente. Te imaginas que te preguntaran qué tal estás y
dijeras no entiendo la pregunta, ¿cómo quieres que te responda a eso, cómo voy
a saberlo? Eso sería responder desde la Presencia, desde el Ser donde todo Es, donde
no se puede hablar de estar ni bien ni mal sino que simplemente y absolutamente
Es y no entiende de que hoy a tu cuerpo físico le duela la cabeza o que no te
veas frente al espejo ese día bien o si estás cansado o has tenido mucho
trabajo en la oficina… pero resultaría raro hablar así ¿verdad? Es más, no sólo
no estamos acostumbrados a relacionarnos desde el Ser sino que es difícil
encontrar las palabras adecuadas desde el lenguaje dual para expresarnos o
hablar desde el Ser, es más, ni siquiera podemos ni sabemos relacionarnos de
esa manera y yo no estoy diciendo que de repente todos empecemos a hablar de manera
“marciana” y extraña o que finjamos estar de una manera diferente a la que
estamos, pues esto es también muy frecuente dentro del mundo espiritual, que
parece que hay que decir que todo nos parece bien, que nunca nos enfadamos o
nos sienta nada mal o que todo está bien porque es lo “espiritualmente correcto”;
(esto es otro personaje más de nuestra mente, es el personaje espiritual), pero
centrándome en lo que quiero expresar, me refiero a que sí podemos por lo menos
ser conscientes de esto, de que al hablar y relacionarnos con los demás , lo hacemos desde la
identificación con nuestro cuerpo y nuestra mente, no desde la Verdad que
somos, pero como digo sí podemos ser Conscientes de esto y seguir en el mundo
pero sin ser partícipes de la creencia de soy este cuerpo, soy esta mente. Por
eso triunfan tanto programas de televisión que se basan en el drama, porque
estamos acostumbrados a creernos el nuestro propio a identificarnos total y
absolutamente con él, a hablar constantemente de él, a relacionarnos con el drama
de los demás y eso nos sitúa en una zona de confort dramática que se alimente
con más drama y es lo que nos atrae.
No somos nuestra mente, no somos nuestro cuerpo.
El cuerpo es el vehículo maravilloso y divino para que se exprese y manifieste
en el mundo exterior quienes en verdad somos que es grandioso y esa es si
queremos expresarlo con palabras nuestra verdadera esencia. Lo que ocurre es
que mientras experimentamos y saboreamos el mundo exterior con nuestro cuerpo,
acabamos identificándonos con él y con el tiempo, ya que el cuerpo es
perecedero y permanece por un tiempo limitado y acabamos creyendo que nosotros
somos también perecederos, lineales y limitados en el tiempo.
Pero si no somos este cuerpo,, ni esta mente ni
sus programas, ni sus pensamientos, ni los conocimientos, ni los estudios, ni
nuestros éxitos o incluso fracasos, ni nuestro gran o bajo status social, ni
nuestra fe o creencias, ni el grupo social o familiar o de amistad que tenemos…..
entonces ¿no somos nadie?
Esto es lo que nuestra mente nos cuenta, porque
realmente tenemos miedo de no ser nadie, estamos programados en esta creencia para
permanecer en el juego del alejamiento del Ser. Nuestra mente nos dirá ¿pero
qué dices? ¿esa va a ser la Verdad, que no eres nadie, que no eres nada? No digas
tonterías mira todo lo que yo te ofrezco… vas a acabar solo o sola. ¿Ahora vas
a saber tú más que yo y que los demás? y yo te pregunto ¿quién es ese tú al que
se refiere la mente y que ve como enemiga? ¿quién eres de verdad? ¿quién está
detrás de esa mente, de esos pensamientos? la Mente nos dirá que sin ella
perdemos todo y surge una aparente lucha entre la mente y la Verdad o podríamos
decir también el Amor. Esta es la aparente lucha entre el bien y el mal de la que
muchas veces hablamos, la batalla realmente está entre seguir creyendo que
somos el cuerpo y la mente o transcenderla y descubrir quiénes somos de verdad.
En la Verdad no hay lucha, todo es armonía, es silencio, es tranquilidad, es
Paz… lo que no sea la Verdad proviene de la mente y entonces es cuando surge la
lucha, el dolor, la resistencia, el miedo, la angustia, la intranquilidad…
Toda persona que inicia el camino espiritual
tendrá esta lucha entre la mente y el Amor, pero recuerda que el Amor no lucha,
el Amor es Luz y es el que nos hace crecer espiritualmente así que cuando
sientas lucha, reconoce que esta sólo proviene realmente de la mente que es la
que teme, es la que ve su reinado amenazado, es la que te provocará miedo. Es
instintivo sentir miedo cuando vemos amenazada nuestra identidad, esa que
forjamos con los años y con la que de un modo u otro fuimos sobreviviendo en la
vida más o menos exitosamente. Pero nos aferramos a lo que creemos que somos y
tenemos y la parte difícil está en soltar esa identidad. Sólo podemos despertar
y evolucionar y ser conscientes de quienes somos cuando reconocemos que no
somos ni la mente ni el cuerpo, pero cuando el reconocimiento viene desde un
lugar profundo que siempre estuvo ahí, desde el Ser, no desde el simple
intelecto, porque entonces podremos alcanzar una determinada consciencia pero
esta será muy limitada, porque será la que podamos obtener desde la persona,
desde la mente, aunque sea la mayor que desde este punto podamos alcanzar.
Mientras tanto sólo dormimos.
Nuestro miedo a perder la identidad puede
llevarnos al iniciar el camino a preguntarnos ¿entonces quién soy, dónde estoy,
ahora qué hago? Pero todo esto puede ser observado desde un lugar profundo,
desde el Ser, que nos llevará a seguir el camino de la autoindagación. Todas
las personas llega un momento en su vida o en las siguientes vidas según su
evolución espiritual, que llegan al punto de plantearse quiénes son realmente y
sienten un impulso muy fuerte dentro de ellas de seguir el camino hacia la
verdad. El Amor y el Ser que son, les ayudará a seguir el camino a pesar del
miedo de la mente psicológica, porque ya no habrá marcha atrás y puede que por un
tiempo tengas un pequeño vislumbramiento de lo que eres realmente y después
vuelvas de nuevo a la mente, al cuerpo, que olvides permanecer en la
observación de lo que tu mente te dice que eres, esto es normal, el hábito de
la mente es muy fuerte, pero irás ganando mayor Presencia y el Ser te impulsará
a seguir el camino de la Verdad a pesar de las dificultades y trabas de tu
mente, sobre todo después de haber experimentado lo que Eres, porque la Luz, el
Amor, la Verdad, es adictiva, realmente vas profundizando más hacia tu Ser y
las viejas historias, el viejo drama, cada vez podrá ser observado con más
claridad y de forma más continua e irás soltando esa falsa identidad.
Cuando descubras la Verdad, cuando realmente estés
en Presencia recuerda la pregunta ¿cómo estás? y dime ¿qué responderás entonces?