Últimamente parece que no tenemos
tiempo para nada, todo parece ir deprisa
y en consecuencia nos adaptamos a este ritmo y vamos todo el día acelerados de
un lado para otro.
Gran parte de esa sensación se encuentra
en lo que llamamos la Frecuencia Schumann. Puede que en los últimos tiempos
hayas oído hablar de ella, y es que según los científicos nuestro día ha podido
pasar de las 24 horas reales a las 16 ó 18, con lo cual nuestro cuerpo sufre la
adaptación a esta frecuencia.
Esta aceleración puede estar
provocando en nosotros mucho estrés porque no nos da tiempo a hacer todo lo que
quisiéramos en el día, y solemos dejar para otro día que parece no llegar
nunca, cosas que realmente nos gustan, dedicamos menos tiempo para nuestros
hobbies, aquello que nos relajan y nos ayudarían además a estar menos
estresados, y que nos beneficiarían enormemente, pero a veces no nos lo
permitimos y dedicamos poco tiempo a nosotros.
Si además el tiempo del que
disponemos para nosotros, lo dedicamos a estar pensando en cómo nos ha ido en
el trabajo, en qué haremos mañana, en qué hicimos ayer o a estar pensando en
aquello que nos molestó de alguien hace una semana, resulta que perdemos además
una energía enorme que nos hace estar aún más cansados y agotados.
Necesitamos procurar navegar entre
las mareas del día a día centrándonos en nosotros, es necesario dedicar un
tiempo para sentirnos, para contactar con nuestro interior y para permanecer
aunque sea por unos minutos en el eterno silencio del presente.
Cuando estamos en el presente, no existe
la frustración del pasado, ni de lo que quedó pendiente por hacer ni lo que
tenemos que hacer mañana, esas obligaciones que nos imponemos.
En el presente, no hay desgaste de
energía por acontecimientos que ya tuvieron lugar o aquellos cuya probabilidad
de que surjan en el futuro son fruto de nuestra mente. Si vivimos enganchados
al pasado, creamos una cadena invisible energética, que tira de nosotros y que
hace que no cerremos círculos y estemos siempre en desgaste continuo, y desde
este punto, no es posible la felicidad.
Cuando estamos pensando continuamente
en qué pasará mañana, estamos dando energía a algo que no existe, y si además
nuestros pensamientos no son precisamente de felicidad y bienestar a ese
mañana, estamos además poniendo nuestra mente en aquello que casi con toda
seguridad no queremos y será lo que atraeremos, con lo cual aún más infelicidad
para nosotros, más cansancio, menos tiempo para disfrutar, y más estrés.
Sólo existe el presente, y si somos
conscientes de esto y nuestras acciones del día se hacen desde esta consciencia
de estar en ese y sólo preciso momento y además le ponemos una dosis de Amor e
ilusión, las cosas irán mejor, nuestra mente no se llenará ni conectará con
basura emocional residual del pasado ni con miedos de monstruos creados que no
existen para el futuro, y podremos disfrutar más del momento y no nos parecerá
además cada día igual que el anterior.
Hay que aprender esta tarea que fácil
no es, pero que es uno de los pasos fundamentales para disfrutar de la vida y
de aquello que hacemos en cada momento.
Podemos empezar por pequeños pasos,
por ejemplo ponernos una alarma en el reloj cada día a una determinada hora y
cuando suene, tomar un par de respiraciones profundas y centrarnos sólo en la
respiración por unos minutos, sintiendo como el aire entra en nuestro cuerpo
sin pensar en nada más. Después seguir con nuestra actividad intentando estar
centrados en esa actividad sin estar también pensando en algo más.
También podemos intentar estar en el
presente con una tarea rutinaria y simple del día a día y que no requiera mucha
atención; por ejemplo, mientras desayunamos, sólo disfrutar de lo que tomamos
en el desayuno, sentir la comida en nuestra boca, el tacto de aquello que
tocamos al comer, del gusto delicioso en nuestra lengua y saborear, sólo
saborear sin pensar en lo que vamos a hacer en el día,… cada uno puede empezar
por pequeñas cosas hasta que cada vez se vaya convirtiendo más en una rutina el
disfrutar en cada momento de lo que se hace e ir aprendiendo a estar en el
presente y disfrutar de los pequeños detalles que antes pasaban desapercibidos.
Cuando estás en el presente los sentidos
se agudizan y parecen cobrar vida, ves cosas que antes no apreciabas, sientes
las cosas de un modo diferente, dejas de poner el automático cuando vas
caminando por la calle y puedes disfrutar del sol que te da en la cara, de los
árboles de la calle,… aprendes a estar menos estresado, más feliz y más
agradecido por la vida, por el simple hecho de existir.
Os dejo un vídeo con imágenes relajantes, sobre el libro "El Poder del Ahora" de Eckhart Tolle
Crea desde tu Interior la Paz que buscas fuera
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